Más sobre la autora.

martes, 12 de noviembre de 2013

La gente cambia.

A traves de los días, semanas, meses o años la gente lo hace, para bien, para mal pero lo hace.

Cuando uno mismo es él que cambia pueden haber dos casos, el caso donde no nos damos cuenta, es hasta que encontramos a alguien del pasado y nos dice la típica frase "Has cambiado". Hasta ese momento nos ponemos a pensar y nos analizamos profundamente, a nuestro parecer nosotros seguimos iguales, mismos hábitos, mismas costumbres, mismo todo, pero entonces ¿Qué cambiamos? La pregunta queda en el aire por más que le demos vueltas, a veces somos demasiado tímidos como para preguntarle a esa persona el porque somos diferentes y en otras ocasiones llegamos a pensar que fue un comentario al azar o que esa persona fue la que cambió y por eso nos nota diferentes.

El segundo caso es cuando estamos totalmente consientes de nuestro cambio, tuvimos una razón por la cual decidimos tomar un camino diferente al que llevábamos, cuando por 'x' situación decidimos convertirnos en una persona totalmente diferente a lo que los demás conocían, cuando nos encontramos con la persona del pasado y nos vuelve a decir lo mismo le damos toda la razón, sabemos que lo hemos hecho y hasta podemos darnos el lujo de decirle el por qué lo hicimos, si es que queremos, claro está.

Los cambios pueden alterar nuestras vidas de una forma extremadamente variada, nos puede hacer perder algunas cosas y ganar otras, perder varias y ganar poco e incluso perder todo. No siempre decidimos cuando cambiaremos y cómo es que lo haremos, a veces el cambio surge y ya, no hay vuelta atrás. Si tomamos el primer caso, donde no estamos consientes del cambio, puede llegar a suceder que dañemos lo que se encuentra en nuestro alrededor sin que siquiera lo notemos, herimos gente que estaba unida a nosotros, cambiamos el rumbo de nuestros destinos o acabamos por darnos al traste en toda nuestra vida, muchas veces el daño es irremediable, no toda la gente esperará y aguantará nuestra inestabilidad para después recibirnos con los brazos abiertos, es peligroso.

Por eso, basta con detenernos unos cuantos minutos y pensar:

¿He cambiado?


¿Por qué?


¿A quién perjudico?


¿De verdad quiero eso?

Más tarde, tal vez, agradeceremos el habernos tomado el tiempo de hacerlo.
Liss

No hay comentarios:

Publicar un comentario